El comienzo de las obras para la recuperación del Lago San Miguel, uno de los emblemas del Parque 9 de Julio, saldará una deuda añeja en la ciudad. El espejo permanecía desde hace mucho tiempo con muy poca agua y cubierto de una especie de alfombra de algas. Los problemas estructurales datan de hace más de una década y se intentaron varias estrategias para mejorar su estado, incluyendo un dragado y una limpieza general del fondo, sin buenos resultados.
Los técnicos de Espacios Verdes de la Municipalidad capitalina efectuaron meses atrás consultas a especialistas de organismos como la Estación Experimental y la Fundación Lillo. Se llegó a la conclusión de que es necesario mejorar el caudal, afectado por una grieta y por la sequía, y la oxigenación del agua, que deriva en la proliferación de musgo y de algas. Concluyeron, sin embargo, que afortunadamente el agua no está contaminada.
En los trabajos de reparación y de limpieza que se están haciendo, además del Municipio, intervienen la Dirección Provincial del Agua y el Consorcio Metropolitano para la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos. Sucede que tuvieron que retirar bastante basura del lugar, antes de poder comenzar con los trabajos específicos. La acumulación de plásticos, de botellas y de residuos de todo tipo formaron microbasurales que hubo que erradicar.
De acuerdo con el detalle que brindaron los encargados del proyecto, se cavará un nuevo pozo que abastecerá de líquido al lago y funcionarán dos bombas en simultáneo. Además, se recuperarán la cascada, la isla, las barandas perimetrales y el canal lateral de alimentación.
El vandalismo se lleva un párrafo aparte, porque había generado estragos en todas las estructuras complementarias, que deberán rehacerse. La inseguridad en ese sector es otra preocupación y se espera que pueda disminuir si la actividad, el tránsito y la iluminación aumentan en la zona. Se estima que en diciembre podrían concluirse las primeras tareas de revalorización.
También hay planes de rescate a largo plazo, para que renazca como un atractivo para los vecinos que antes elegían ese rincón para pasear, hacer ejercicio o pescar. Hay empresarios que se acercaron dos proyectos a la administración municipal a cambio de obtener una concesión. Si bien aún no fueron elevados a la Intendencia, trascendió que incluirían propuestas que van desde el alquiler de botes y bicicletas acuáticas hasta la instalación de aguas danzantes.
El Lago cumplirá 60 años el año que viene. Comenzó a construirse en 1960 y un año después fue inaugurado durante la gobernación de Celestino Gelsi. Nació junto con la tradicional confitería. Con el paso de los años, sufrió el descuido de las sucesivas autoridades y el maltrato de los habitantes de la ciudad. La preocupación por el mal estado de la laguna fue abordado en múltiples crónicas en estas páginas y también en las cartas de nuestros lectores.
Las filtraciones y las sequías deterioraron el sitio durante las décadas de los 80 y los 90. En 2008, la Municipalidad decidió demoler la confitería para parquizar la zona y se perdió un gran atractivo arquitectónico (el techo tenía la forma paraboloide hiperbólica). En los últimos años, el concesionario de los botes dejó el lugar y poco a poco todo quedó descuidado.
Las obras que están en marcha generan esperanza y despertaron el interés de los vecinos. También porque se dan en el contexto del arreglo de distintos sectores del principal pulmón de San Miguel: ya se instaló iluminación nueva y se repararon el Rosedal y el Paseo de Las Palmeras. Hay quienes ya se entusiasman con que el Lago vuelva a tener la vida y el atractivo de otras épocas.